En estos días estamos celebrando la herencia hispana, (septiembre 15 a octubre 15) lo cual implica mirar al pasado. Siempre que consideramos nuestro pasado encontramos cosas para celebrar y para lamentar. Con el fin de terminar este escrito de una manera positiva, voy a comentar primero lo que personalmente lamento de nuestra herencia:
1. Lamento que la reforma de la iglesia no haya llegado a nuestras tierras. La iglesia española fue muy efectiva en reprimir el movimiento de la reforma. Por lo tanto, esos vientos espirituales no soplaron con suficiente fuerza en España y no llegarían a la América hispana hasta mucho tiempo después y con poca intensidad. Creo que, si la reforma de la iglesia hubiera llegado a América Latina a través de España, muchas cosas hubieran sido diferentes.
2. Lamento que la iglesia española no nos haya traído la Biblia. La mayoría de los hispanos antes de 1960 murieron sin leerla y nunca tuvieron una en sus manos, o no la leyeron por miedo a ser descubiertos y denunciados. No fue hasta la década del cincuenta, después del concilio vaticano II, que finalmente se autorizó y se promovió la lectura de la Biblia en la iglesia.
3. También lamento la explotación y el abuso de los conquistadores que dejo huellas generacionales en el ADN hispano. Quizás pase mucho más tiempo para que algunos hispanos terminen de liberarse de sentimientos y maneras de pensar que les hacen sus vidas más difíciles, como el machismo que llego a estas tierras abusando de las indígenas.
4. Lamento el sincretismo. Sincretismo es la manera por la cual la gente concilia doctrinas diferentes. Es un peligro que el evangelio siempre enfrenta donde quiera que llegue, o donde pueblos se encuentran y conviven. Lo lamento porque el evangelio que los españoles trajeron ya venía casado con doctrinas no bíblicas. Al encontrarse con las creencias de los indígenas, se diluyo mucho más.
No me cabe duda de que en la conquista y colonización de América Latina Dios estaba moviéndose en alguna manera. Por eso también tenemos muchas cosas que celebrar:
1. Celebro la llegada del evangelio a las tierras latinoamericanas. No me estoy contradiciendo. Aunque los conquistadores y colonizadores no practicaban un cristianismo muy bíblico y el resultado fue una mescla de paganismo con cristianismo, pienso que durante la conquista y colonización se plantaron semillas evangélicas de manera que hoy lo que tenemos que hacer con el hispano es evangelizarlo.
No es lo mismo evangelizar un árabe, un nepalí que a un hispano. Pensando de mí mismo, por ejemplo, si yo hubiera nacido en una ciudad lejana de la India, tal vez le rendiría veneración a las ratas, o las vacas, pero nací en una familia católica y allí recibí las primeras luces del evangelio.
En mi peregrinaje espiritual, hay dos hechos iniciales e importantes que ilustran lo que estoy diciendo:
Aunque mis padres me enseñaron a encomendarle toda mi vida a la virgen María, también me contaron con reverencia lo que sabían de la historia de Cristo, la cual me impresiono al punto que con una sola vez que me la relataron, se gravo en mi mente.
A la edad de 16 años cuando quería leer la Biblia, no la encontraba porque en ese tiempo, antes del concilio vaticano II, se le negaba al pueblo el acceso a ella. Sin embargo, providencialmente encontré a un hombre vendiendo unos libritos a 10 centavos, le compré uno, y lo puse en el bolsillo de mi camisa. Era nada menos que el Sermón De La Montaña. Y cuando lo leí, sin saber que era una porción bíblica, quedé fascinado con la persona y el mensaje de Cristo. Entonces, Cristo Jesús se hizo más grande y admirable en mi mente.
Pienso que, si yo hubiera sido musulmán o budista, hubiera tenido que recorrer un camino más largo para llegar a Cristo. “Un cristiano en Europa no podía ser otra cosa en 1492, ya que Martin Lutero acaba de nacer (1483) y las tesis de Wittemburg no se escribirían hasta 1517” (Alberto Mottesi, América 500 Años Después, p 23). Entonces, celebro el haber nacido en un hogar católico.
2. También celebro la unidad hispana. La llegada de los españoles con sus religión y el castellano unió a todos las etnias de América hispana bajo el mismo idioma y la misma religión.
3. Celebro nuestra amplia y rica diversidad. Tenemos hispanos muy bajitos y altos, negros, blancos y de todos los matices, de pelo lacio y ensortijado; alegres y bullangeros como los caribeños y reservados-apacibles como los que viven en las alturas de los Andes. Y, eso sin hablar de la diversidad musical y culinaria. Somos tan diversos que alguien exagerando dijo que lo único que tenemos en común es la “Ñ”.
Mirar atrás para lamentarse no nos ayuda mucho, mirar adelante para discernir lo que Dios está haciendo es más provechoso. No me cabe duda de que Dios no ha terminado con nosotros los hispanos, Él quiere y va terminar lo que comenzó con la llegada de Cristóbal Colon.
Mientras en el Caribe, Centro, y Sur américa la semilla del evangelio está encontrando tierra fértil, aquí en USA un nuevo pueblo hispano está surgiendo. Unos hemos llegado de manera legal y ordenada; otros llegan de manera ilegal y desordenada. No me corresponde juzgar como entran a USA, pero celebro el potencial económico, y misionero del pueblo hispano creciente de USA.
Somos más de 50 millones de personas, buscando su identidad, y una vida mejor que no está en el sueño americano. 50 millones de personas viviendo en un lugar de libertad donde el evangelio es predicado todos los días y de diferentes maneras. ¿Cómo podemos recoger la red? Y ¿Cuál es la visión de Dios para el pueblo hispano de USA? Son preguntas que tenemos que considerar.
El consultante Campo Londoño tiene un trasfondo en ministerio pastoral, desarrollo de liderazgo, y comunicaciones. El trae a UBA la experiencia de haber guiado a su Iglesia, IB Horeb, a través de varios periodos de crecimiento hasta el punto de tener su propio edificio, libre de deudas y haber guiado a 16 hermanos a plantar la Iglesia Bautista Renovación.
Hispanic Heritage Month
Campo Londoño
Right now we are celebrating Hispanic Heritage Month, (September 15 to October 15) which requires some reflection. Whenever we consider our past, we find some things to celebrate and some to lament. In order to end on a positive note, I will first comment on what personally makes me sad about our heritage:
1. I lament that the Reformation of the church has not reached our lands. The Spanish church was very effective in suppressing the Reformation. Since those spiritual winds did not blow with sufficient force in Spain, they would not reach Hispanic America until a long time later and with little intensity. I think that if the Reformation of the church had reached Latin America through Spain, many things would have been different.
2. I am sorry that the Spanish church did not bring us the Bible. Most Hispanics before 1960 died without reading the Bible and never had one in their hands. Others did not read it for fear of being discovered and denounced. It was not until the 1950s, after the Second Vatican Council, that the reading of the Bible was finally authorized and promoted in the church.
3. I lament the exploitation and abuse of the conquerors that left generational traces in the Hispanic DNA. Because of this influence, it perhaps takes much longer for some Hispanics to free themselves of feelings and ways of thinking that make their lives more difficult—such as the machismo that pervades these lands and leads to abuse of indigenous women.
4. I regret syncretism. Syncretism is the way people reconcile different doctrines. It is a danger that the gospel always faces wherever it reaches or where peoples meet and coexist. I regret it because the gospel that the Spanish brought was already married to non-biblical doctrines. When it met the beliefs of the indigenous people, this gospel was diluted event more.
I have no doubt that in the conquest and colonization of Latin America, God was moving in some way. When I think about my Hispanic Heritage, I say we have many things to celebrate as well:
1. I celebrate the arrival of the gospel to Latin American lands. I am not contradicting myself. Although the conquerors and colonizers did not practice a very biblical Christianity—resulting in a mixture of paganism and Christianity, the conquest and colonization allowed evangelical seeds to be planted so that today we can share and spread the gospel.
Sharing the gospel with a Hispanic person is not the same as evangelizing an Arab or a Nepalese person. Thinking of myself, for example, if I had been born in a distant city in India, perhaps I would worship rats or cows. But because I was born into a Catholic family, I received the first lights of the gospel there.
In my spiritual pilgrimage, there are two initial and important facts that illustrate what I am saying:
Although my parents taught me to entrust my whole life to the Virgin Mary, they also reverently told me what they knew about the story of Christ—which was engraved on my mind after the one time they taught it to me.
At the age of 16 when I wanted to read the Bible, I could not find it because people were denied access to it before the Second Vatican Council. However, I providentially found a man selling 10 cent booklets, bought one from him, and put it in my shirt pocket. It was nothing less than the Sermon on the Mount. And when I read it, not even knowing that it was a biblical passage, I was fascinated with the person and message of Christ. Then Christ Jesus became bigger and more wonderful in my mind.
I think that if I had been a Muslim or a Buddhist, I would have had to go even further to get to Christ. "A Christian in Europe could not be anything else in 1492, since Martin Luther has just been born (1483) and the Wittenburg theses would not be written until 1517" (Alberto Mottesi, America 500 Years Later, p 23). So, I celebrate being born in a Catholic home.
2. I celebrate Hispanic unity. The arrival of the Spanish with their religion and Spanish language united all the ethnic groups of Latin America under the same language and the same religion.
3. I celebrate our wide and rich diversity. Hispanics look very different. Some are very short and others tall. There are black and white Hispanics of all shades with straight and kinky hair. Some Hispanics are cheerful and boisterous like the Caribbeans or reserved and peaceful like those who live in the heights of the Andes. And that's not to mention the musical and culinary diversity! We are so diverse that someone exaggerating said that the only thing we have in common is the "Ñ".
Looking back to lament does not help us much, but looking forward to discern what God is doing is more helpful. I have no doubt that God has not finished with Hispanics. He wants and will finish what began with the arrival of Christopher Columbus.
While in the Caribbean, Central, and South America, the seed of the gospel is finding fertile soil, a new Hispanic people is emerging in the US. Some of us have arrived in a legal and orderly manner; others arrive in an illegal and disorderly manner. It is not my place to judge how we enter the US, but I celebrate the economic and missionary potential of the growing Hispanic people of the US.
We are more than 50 million people, looking for our identity and a better life that is not in the American dream. 50 million people living in a place of freedom where the gospel is preached every day and in different ways. How can we gather the net for them? And what is God's vision for the Hispanic people of the USA? These are questions that we have to consider.
Campo Londoño is a UBA Church Consultant with a background in pastoral ministry, leadership development, and communications. He brings to UBA the experience of having planted his own church, Iglesia Bautista Horeb, where he continues to serve as Senior Pastor, and of having led the church through several stages of growth to the ownership of its current building.
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Photo by sydney Rae on Unsplash
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