Yo considero el llamado al ministerio como uno de los más altos privilegios y más difícil tarea (por no decir imposible) que Dios en su infinita Gracia otorga a simple mortales.
Este llamado significa servir al pueblo de Dios, guiarlos, llorar con los que lloran, reír con los que ríen, aconsejar las familias, discernir la visión, comunicar la palabra de Dios, entre otras muchísimas cosas más.
Todo esto pones un incalculable estrés en la vida del pastor. Un Ejemplo es esta carta de un pastor que deseo compartir con ustedes:
Estimado Consiervo,
Soy un pastor que ha disfrutado servir a Jesús por muchos años, pero el gozo que sentía de servir en el ministerio de repente desapareció. Todo comenzó un poco después de los 47 años, Entre en un tiempo de depresión tan fuerte en mi vida que me quería morir, no quería ir al templo, estar con las personas me irritaba, solo quería dormir, y para colmo, todo lo veía con un pesimismo que nunca me caracterizo.
Mi respuesta fue quejarme con la iglesia privada y públicamente, después de todo ellos eran los culpables de como yo me sentía. Pensando de esa manera tome la decisión de irme de la iglesia, les pedí a los líderes que me diera un mes para “orar” y buscar la dirección de Dios, pero en realidad mi decisión ya estaba hecha, no quería saber nada del ministerio.
Pasaron dos semanas y nadie de la iglesia me hablo o busco convencerme de cambiar mi decisión, estaba más convencido que nunca, que la iglesia era la culpable de mi depresión.
Pero todo cambió un martes en la tarde. Ese día, decidí ir a la oficina a buscar mis libros, como no esperaba ver a nadie me sorprendio cuando vi a una hermana de la iglesia que bajó del segundo piso para ir al baño, ella me vio y me saludo. Curioso le pregunté la razón de estar en el templo a esa hora. Su respuesta cambió mi vida, Resulta que un grupo de líderes de la iglesia tenían dos semanas reuniéndose diariamente en el templo para orar por mí, !Orando por Mi!
Mi iglesia orando por su pastor en su tiempo de crisis rompió todo argumento que el enemigo había puesto en mi cabeza. La realización de que yo le importaba a mi Iglesia fue transformadora. Pensar que ellos estaban dispuestos no solo a reír en mi tiempo de gozo, pero también a llorar en mi tiempo de crisis me hizo buscar otras posibles causas para mi depresión.
La primera razón que estoy escribiendo esta carta es para animar a las iglesias a pastorear a sus pastores. Oren por ellos, sírvanle, ministren a él y a su familia, apoyen la visión de Dios y aprendan a reír cuando él ríe y a llorar cuando llora.
La segunda razón que le escribo es para animar a todos los pastores a considera el gran beneficio de dejarse ministrar por la iglesia. En mi caso, alguien me sugirió que hiciera una cita médica y resultó que el nivel de vitamina D en mi cuerpo estaba tan bajo que estaba afectando mi nivel de testosteronas, lo cual explicaba porque me sentía deprimido y sin ganas.
Octubre es el mes del pastor, Dios creó su cuerpo que es la iglesia para que Cristo mismo sea la cabeza (Efesios 1:22-23) así que, si todos somos cuerpo, necesitamos el ministerio particular los unos de los demás. (1 Corintios 12:24-27) Aprende a pastorear tu pastor.
Pastoring Your Pastor
Victor Marte
I consider the call to the ministry as one of the highest privileges and most difficult tasks (not to say impossible) that God, in his infinite grace, gives to mere mortals.
This call means serving the people of God, guiding them, crying with those who mourn, laughing with those who laugh, counseling families, discerning the vision, communicating the word of God, among many other things.
All this puts an incalculable stress on the pastor's life. As an example, I want to share this letter a pastor sent to me:
Dear Pastor,
I am a pastor who has enjoyed serving Jesus for many years, but the joy that I felt serving in the ministry suddenly disappeared. It all started a little after my 47th birthday. I entered a period of depression so deep that I wanted to die. I did not want to go to the church anymore, being with people irritated me, and I just wanted to sleep. To top it off, I saw everything with a pessimism that never characterized me before.
My response was to complain to the church privately and publicly. After all, surely they were to blame for how I felt. This way of thinking led me to make the decision to leave the church. I asked the leaders to give me a month to "pray" and seek the direction of God, but in reality, my decision was already made; I did not want anything to do with ministry anymore.
Two weeks went by, and nobody in the church spoke to me or tried to convince me to change my mind. I was more convinced than ever that the church was to blame for my depression. But everything changed on a Tuesday afternoon. That day, I decided to go to the office to pick up my books. I was not expecting to see anyone, so it startled me when I saw a sister from the church who came down from the second floor to go to the bathroom. She saw me and greeted me. Curious, I asked her why she was in the church at that time. Her answer changed my whole life; it turns out that a group of church leaders had been meeting for two weeks daily in the church to pray for me. To pray for me!
My church praying for me in my time of crisis broke every argument that the enemy had put in my head. The realization that my church cared about me was transformative. To think that they were willing not only to laugh in my time of joy but also to cry in my time of crisis made me search for other possible causes for my depression.
Lessons Learned
The first reason I am writing this letter is to encourage churches to shepherd their pastors. Pray for them, serve them, minister to them and their families, support the vision of God and learn to laugh when he laughs and cry when he cries.
The second reason I am writing this letter is to encourage all pastors to consider the great benefit of allowing your church to minister to you. In my case, someone suggested that I make a doctor’s appointment and it turned out that my vitamin D level was so low that it was affecting my testosterone level, which explained why I felt depressed and tired.
October is the pastor's appreciation month, God created his body which is the church so that Christ himself is the head (Ephesians 1: 22-23) so, if we are all members of the body, we need the ministry of one another. (1 Corinthians 12: 24-27) Shepherd your Pastor!
Photo by Ismael Paramo on Unsplash
La fuerza para continuar el camino no proviene de nuestros propios esfuerzos, sino del descanso que encontramos en Él.